Kuranda es un bosque pluvial, Patrimonio Mundial de la Humanidad, que se encuentra a solo 25 km de Cairns. Por su cercanía, es una excursión perfecta de un día, tanto si lo preparas por libre como si te apuntas a alguno de los muchos tours organizados que incluyen transporte y actividades. Nosotros lo hicimos con Greyline y la verdad es que el día fue muy completo, nos lo pasamos pipa! Aunque acostumbrados a viajar en furgoneta durante todos estos días, tenemos que reconocer que fue uno de los días más turísticos que vivimos en Australia, pero es innegable que lo disfrutamos como enanos.
Aquí os contamos más información sobre la excursión a Kuranda desde Cairns de un día.
Lo primero que fue llegar a la estación de trenes de Freswater Station, que ya de por sí es una auténtica atracción turística. Desde allí parte el tren histórico (Kuranda Scenic Railway) que atraviesa el corazón del Kuranda Forest. El recorrido tiene apenas 37 km, pero se tarda ni más ni menos que unas 2 horas en completarse. Las vías que corren paralelas como dos serpientes van ascendiendo y se introducen en el bosque, mientras sobre ellas el tren cargado de turistas se desliza lentamente entre bonitos pasajes. Hasta llegar al Wrights Lookout, donde el tren hace la única parada intermedia, de unos minutos, y dejan salir a contemplar un impresionante mirador con las Barron Falls de fondo.
Desde la ventanilla del tren se se va pasamos por cascadas, por bosques, por túneles y por puentes de vértigo. Y de vez en cuanto, el panorama se abría dejando entrever al fondo la costa. Aunque lo que más nos quitó el aliento fue nuestra compañera de viaje: una tarántula enorme estaba escondida en nuestro vagón. Por suerte ella parecía tener más miedo que nosotros así que seguimos disfrutando del viaje sin molestarnos entre nosotros.
Pasadas esas dos horas llegamos al Kuranda Village, un pueblecito perdido -literalmente- en el bosque. No deja de extrañarnos el hecho de que haya gente que viva en sitios tan remotos… aunque es verdad que de remoto tiene solo la localización: el pueblo está lleno de bares, restaurantes, tiendas (la mayoría orientadas al turismo) y museos. Uno de los cuales era un santuario de mariposas donde se pueden ver cientos de especies y aprender más sobre este curioso insecto.
En el Kuranda Village presenciamos a un momento super emotivo: una ceremonia en honor a los soldados caídos en la Segunda Guerra Mundial, seguido por… ¡una pedida de mano! El chico vestido de marine de rodillas y la chica a moco tendido. Fue muy romántico y bonito, la verdad.
Una de las atracciones más importantes de Kuranda es el Rainforest Station, una especie de parque temático natural donde hicimos varias cosas:
Lo primero fue atiborrarnos en un buffet de comida donde, sin darnos cuenta, comimos un pinchito de canguro. En cuanto nos dimos cuenta no pudimos seguir masticando, rico estaba, pero recordamos su carita guapa y se nos hizo imposible.
Lo siguiente fue montarnos en unos carros militares auténticos adaptados para la visita del bosque, tanto por tierra como por agua. Sobre el Army Duck disfrutamos de un paseo con un guía que nos contó mil cosas de la fauna y flora australiana y de repente ¡zas! Se transformó en un barquito y navegamos por un cercano lago (sin cocodrilos, por suerte).
Al cabo de este extraño paseo fuimos a ver un espectáculos de bailes y cantes aborígenes. Muy curioso (especialmente la danza del mosquito, durante la cual los bailarines no dejaban de darse golpe con unas ramas… suponemos que para asustar a los posibles mosquitos). Divertido e interesante.
El paso siguiente fue aprender más sobre los aborígenes, uno de los pueblos más antiguos de toooodo el mundo y que ha sido (y es) tratado de forma, digamos, injusta. Vimos como tocaban el didgeridoo ¡que arte tienen!, también nos enseñaron a lanzar el boomerang y nos contaron más curiosidades sobre este pueblo.
Por último, nos dejaron el tiempo para dar una vuelta por el “santuario” de animales que, como en otras partes de Australia, nos pareció más un zoo que un santuario. Vimos un poco como iba el tema y decidimos salir. Hay bastantes cuidadores trabajando allí, y de primeras parece que los animales están bien cuidados, pero al final la sensación es que los tienen solo para hacer caja, dedicados enteramente al turismo. La verdad es que no nos gustó (es una opinión personal, muchos viajeros creen que son centros de recuperación donde los animales están muy bien cuidados).
Para regresar al punto de salida nos esperaba el plato fuerte del día: el Skyrail Rainforest Cableway, uno de los teleféricos más largos del mundo (cuenta con 7,5 km de largo). Ver desde lo alto el Kuranda Rainforest es un auténtica experiencia. Hace varias paradas, para conectar un teleférico con otro. En una de ellas es aconsejable bajarse y darse una vuelta por un sendero con varios miradores sobre las Barron Falls y el Red Peak. Las vistas son muy chulas.
El teleférico llega a su destino, donde te espera el bus para devolverte en tu alojamiento de Cairns. Se pasa un día entero lleno de visitas interesantes (y otras no tanto), en una excursión recomendable desde Carins al Kuranda Rainforest.
Info útil: el tour de Greyline duró el día entero (incluye todas las entradas, transporte, espectáculos y la comida). El precio es de 154€.
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